Aviso del màs allà confirmado

Siempre oí que los que habían fallecido podían transmitirnos mensajes mientras nos entregábamos al sueño reparador; sin embargo, tuve que vivir mi propia experiencia para confirmarlo como un hecho.

Hacía más de un año que no visitaba a mi amigo Hugo en la localidad de Banfield; Buenos Aires, Argentina. No tenía forma de saber cómo se encontraba él o su familia más que yendo por su casa, y me quedaba tan trasmano que lo había ido postergando.
Una noche tuve el siguiente sueño: Yo iba con mi madre (que falleció en 1987) y nos encotrabamos con mi amigo y su madre en la puerta del mercado de San Telmo.
Por qué precisamente en ese lugar, lo ignoro. La cuestión es que yo lo saludaba y le presentaba mi madre a su madre.
Al saludarla noté cierta reticencia de parte de su madre, llamada Rosa, hacia la mía.
Así y todo, se saludaron y ésto fue todo; por lo menos, todo lo que recordé al despertar.

Me quedé pensando qué significado podría tener el sueño, dado el realísmo de la sensación de rechazo que noté en Rosa...
No me costó mucho llegar a la conclusión de que "como mi madre estaba muerta y Rosa estaba viva y con buena salud", la situación tensa debía relacionarse con la condición de cada una en ese momento en particular.
Luego, analizándolo más profundamente, pensé que podría tratarse de un aviso; como aquellos de los que tantas veces había leído.
Cerca de un mes después me vino a visitar uno de los sobrinos de mi amigo Hugo, nieto por lo tanto, de Rosa.
Le conté mi sueño y le pregunté si su abuela estaba bien, a lo que respondió que si.
Me quedé más tranquilo y descarté el sueño, como un sueño "loco" y nada más.
Pues bien; sucedió que unos tres meses despues de su primer visita, a unos cuatro o cinco meses de mi sueño, retorna Diego, -pues ese es su nombre-, y me comenta cabizbajo, que a Rosa le han detectado un cáncer de páncreas terminal...

Rosa falleció tranquilamente en un hospital de Lomas de Zamora el 25 de octubre de 1993.

Aunque no volví a tener esa clase de sueños, (-afortunadamente-) nunca más volví a dudar de la posibilidad efectiva de tales comunicaciones.

Saudos

el tío Mors.